Santiago Colonial


Santiago se fue transformando en una ciudad capital, que albergó las principales instituciones y edificios. Ejemplo de ello fue la instalación de la Iglesia Mayor, el Palacio de la Real Audiencia, la Casa del Gobernador y el Cabildo, claras muestras de la connotación que adquiría la ciudad.

Proyectarse como una urbe sólida y emergente era imperativo. Para ello hubo que sortear dificultades de diverso tipo: desde los ataques de indígenas insurrectos que se negaban a la dominación española, hasta  las constantes crecidas del caudal del Mapocho, sin olvidar los terremotos que dejaron su huella y llevaron a la ciudad a un estado de constante resurgimiento.

Durante el siglo XVIII, Santiago comenzó a tomar ribetes modernos. En este periodo se construyeron grandes obras de ingeniería, como el Puente Cal y Canto, que conectó el centro urbano con la zona rural y la periferia al norte del río Mapocho.

Los ciudadanos de origen español se mantuvieron en lo alto del espectro social, siendo beneficiarios de los privilegios y los cargos más importantes de la ciudad. De aquella aristocracia emergerían los ciudadanos que posteriormente buscaron la emancipación de Chile, teniendo como principal escenario la ciudad de Santiago, donde se constituyó la Primera Junta Nacional de Gobierno el 18 de septiembre de 1810.


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