Reseña
Situada en el Barrio Dieciocho de Santiago, esta iglesia es el Templo Mayor de la Compañía de Jesús en Chile.
El 15 de diciembre de 1867 se colocó la primera piedra de la Iglesia de San Ignacio de los Padres Jesuitas, adyacente al colegio del mismo nombre y el 17 de noviembre de 1872 fue bendecida por el Obispo de Kansas City, Juan Bautista Meige S. J., quien estaba de paso en Chile.
Es una edificación de estilo renacentista, donde destacan las torres de base cuadrada, coronadas por cúpulas. El acceso está enmarcado por columnas corintias que sostienen un frontón triangular. Las torres pese a su gran peso, resultan livianas a la vista, en relación al cuerpo principal.
La Orden Jesuita llegó a Chile en 1593, por orden del Rey Felipe II de España y en 1767, mientras reinaba Carlos III, se decide su expulsión del país. El retorno de ellos se produjo a mediados del siglo XIX y la posterior apertura del Colegio de San Ignacio en 1856, significó un hito dentro de la historia religiosa y educativa de la ciudad de Santiago.
La Iglesia fue declarada Monumento Histórico en 2002, por el alto valor artístico y espiritual que guarda dentro de sus muros, donde se pueden observar valiosas pinturas de artistas italianos y chilenos, que muestran el carisma ignaciano y la enseñanza de la fe mediante el ejemplo de notables santos y beatos de esta orden religiosa.
Arquitectura
La edificación de la iglesia se inició en 1867, con un estilo neoclásico-renacentista. Sobre la puerta principal de entrada se inscribe en latín “HAEC EST DOMUS DEI ET PORTA COELI“: “Esta es la casa de Dios y la puerta del cielo”.
Las dos torres que la coronan fueron proyectadas por el arquitecto francés Eugenio Joannon Crozier, las que se edificaron entre 1899 y 1900, con una altura de 47 metros y 20 toneladas de peso cada una. La torre oriente posee un reloj de cuatro esferas fabricado en Bilbao- España e instalado en 1901. Mientras que la torre poniente posee tres campanas manuales, dos de ellas se confeccionaron con la fundición de una antigua campana de la desaparecida Iglesia de la Compañía, incendiada en 1863.
La primera Santa chilena, Teresa de los Andes, acudía a la iglesia en su juventud y San Alberto Hurtado S. J., como ignaciano y religioso jesuita, ofició misa y confesó diariamente a los fieles.
Santa Teresa de Los Andes es recordada en este recinto con un altar dedicado a su memoria y dentro de la Iglesia existe una pequeña reliquia de San Alberto Hurtado, además del confesionario que usaba y la pintura con su imagen, obra del artista Claudio Di Girólamo.
Padre Alonso de Ovalle, 1494, Santiago.