Es un imperdible barrio que destaca por el valor arquitectónico de sus inmuebles, su interesante propuesta cultural y amplia oferta de restaurantes especializados, bares y cafés.
Su historia no es muy distinta a otros barrios históricos de Santiago. Comienza a conformarse a fines del siglo XIX dentro del gran Barrio Yungay, cuando aristocráticas familias construyen sus enormes y fastuosas residencias en este emplazamiento, gracias al auge minero que vivía Chile por esos días.
El barrio debe su nombre a la avenida que lo cruza de norte a sur y que junto a la plaza fue inaugurada en homenaje al pueblo brasileño. Ello coincidió con la edificación de las primeras y hermosas casonas, cuyo diseño se encargó a los más destacados arquitectos de la época. Emblemáticas construcciones son el Edificio del Arzobispado o el Palacio Larraín, ambos edificados en las primeras décadas del siglo pasado.
Como punto central de este sector destaca la Plaza Brasil, un sitio de convergencia social y cultural con atractivos como los Juegos Federica Matta, 22 esculturas-juego que le otorgan color y dinamismo al corazón del barrio.
En las últimas décadas, este sector se ha posicionado como un importante polo gastronómico dentro de la ciudad, condición dada por los restaurantes, bares y cafés emplazados en las avenidas Brasil y Cumming, principalmente.
Al interior del barrio nace un área más pequeña, llamada Concha y Toro, cuyas hermosas casas de estilo europeo lo convierten en un encantador rincón de Santiago.
En el siglo XX, Brasil experimentó el éxodo de las familias adineradas hacia el sector oriente de la ciudad y las residencias fueron ocupadas por sectores medios o usados como locales comerciales.
Sin embargo, tanto la recuperación de palacios como la instalación de restaurantes de nivel internacional, cafés y hostales, ocurrida en los últimos años, ha significado el resurgimiento de todo este Barrio hasta emerger como un imperdible polo de atracción turística y patrimonial de la capital.
En 2009, Brasil fue declarado Zona Típica.