Santiago y su tradición republicana


Sin duda, la República trajo consigo numerosos adelantos urbanos que promovieron el crecimiento de la ciudad de Santiago. Nuevos terrenos fueron dedicados a residencias, como el sur de la Cañada, la misma que en 1821 se transformó en un hermoso paseo público por iniciativa de Bernardo O’Higgins, bajo su labor como Director Supremo.

A fines del siglo XIX, Santiago adquirió un aspecto más europeo, puesto que los arquitectos de aquella época tenían el afán de construir edificios inspirados en tendencias provenientes de reconocidos arquitectos extranjeros.

De esta manera construyeron prominentes edificios, tanto públicos como privados, que engalanaron las principales avenidas, paseos y conformaron  los barrios aristocráticos de ese tiempo. Santiago crece hacia el poniente y nacen barrios como Yungay y Brasil. Ricos empresarios edificaron sus mansiones sin escatimar en recursos para dotarlas de sofisticados detalles. Las autoridades no se restaron de esa tendencia. Fue así como Benjamín Vicuña Mackenna, Intendente de Santiago, comenzó un ambicioso proyecto de renovación urbana y paisajística de Santiago en 1872. Una de sus mayores obras fue la transformación del Cerro Santa Lucía,  de  agreste peñón a  un hermoso parque público.

El paisajismo fue un tema muy recurrente entre los ciudadanos de Santiago que pretendían vivir de acuerdo al arquetipo de belleza reinante en Europa. En este periodo, extensos terrenos fueron convertidos en hermosos parques públicos, diseñados y decorados finamente, tal como lo fue el Parque O’Higgins.

La creación de la Estación Central de Ferrocarriles, inaugurada en 1884, y la instalación de un telégrafo entre Santiago y Valparaíso, primera comunicación larga distancia del país, impulsaron el desarrollo del transporte y las telecomunicaciones, mejorando con ello  la conexión del país.


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